Cuando volvamos a la escuela, por Luisa Pernalete

No está fácil, lo sé, pero cómo ayuda imaginar tiempos mejores. Dicen los expertos que soñar es un gran estímulo para la acción.

Hagamos un ejercicio. Imaginemos que ya la cuarentena ha terminado y volvemos a la escuela. Si bien  en Venezuela sabemos que  antes de la alarma generada por el COVID19  ya nuestra escuela estaba en emergencia: inasistencia de estudiantes, muy marcada en ocasiones – incluso secciones que han cerrado por falta de alumnos -renuncias de docentes por no poder sobrevivir con esos salarios, el tema del transporte, la falta de alimentos en hogares y  la imposibilidad de sostener programas alimentarios en los colegios… en fin,  una educación amenazada, la emergencia por el coronavirus se montó en la que ya traíamos los venezolanos, y esos problemas continúan y continuarán, pero es obvio que aún con problemas, vernos las caras, y para los niños y niñas reencontrarse cada día, daba alegría, en medio de los dramas.

Cuando volvamos a la escuela, si usted es madre o padre – no educador – estará feliz de dejar esa otro rol que le tocó ejercer en la encerrona. Pregúntese qué aprendió en este tiempo: la importancia de la escuela, de  los maestros, y también dese cuenta que  la relación con sus hijos  se ha estrechado por las acciones conjuntas que han realizado.  Sonría usted también recordando las ocurrencias de los pequeños… Me encantaría tener esos “diarios” a mano. Y claro, como ha revalorizado el papel de los educadores, haga algo bueno el día que se reincorporen a clases: dígale a los maestros de sus hijos cuánta falta le han hecho, dígales que ahora los comprende mejor, y que se alegra de verles de nuevo. Dese esa orden: “Cuando vuelva a la escuela, le diré a la maestra cuánto la aprecio, cuánto le agradezco su trabajo” y sonría al pensarlo.

Si usted es colega, es educador, comience por preguntarse qué ha aprendido de esta cuarentena: ¿qué es realmente lo importante de la educación hoy? ¿Verdad que nos hemos dado cuenta que perdemos el tiempo con exigencias que no son las verdaderamente importantes? Voy a destacar algunas que yo he encontrado:

  • La familia es de verdad la base, así que el padre y la madre deben ser parte de nuestro proyecto educativo. Seguro se ha dicho usted que si hubiera sabido que esto iba a venir  hubiera conversado con los padres más sobre las potencialidades de los muchachos, sus cualidades y no sólo en las quejas. Entonces aproveche este tiempo laaargo y prepare algunas actividades con las madres, ¿qué cosas buenas les vieron a los hijos en estas cuarentena? ¿se dieron cuenta de lo inteligente que son? ¿Cuántas cosas inventaron en estas semanas? Mire ahora a las madres no como enemigas sino como “comadres”: los hijos de ellas son sus ahijados. Cambie el dedo acusador por la mano extendida.
  • La importancia de la educación emocional. ¡Cuánta falta ha hecho saber manejar las emociones en esta cuarentena! Administrar las rabias, desde contar hasta 10 o hasta 100, respirar profundo… no pagar con los más pequeños o débiles la impotencia o el miedo que sentimos en algunos momentos… Pues aproveche este receso y actualice sus conocimientos sobre el tema.
  • Ligado a lo anterior, que relevante es enseñar “habilidades para la convivencia pacífica”. Desde saludar, escuchar, pedir una ayuda, agradecer, quejarse. ¿Hemos trabajado eso antes? Les cuento que eso se enseña y se aprende. Cuando uno hace consciente, por ejemplo, lo mal que escuchamos – sin mirar el  rostro del otro, sin soltar el celular mientras el otro habla,  saber que más que escuchar para comprender, estamos esperando que el otro termine para caerle encima con nuestro discurso…por poner un ejemplo, cuando nos sentimos retratados con nuestras pocas habilidades para la convivencia fraterna, entonces vemos lo relevante que será que lo trabajemos.
  • ¿No le ha hecho bien reír en estos días de encierro? Pues, el buen humor también se enseña y tiene un gran valor terapéutico y pedagógico. Recuerde que hablamos de  la capacidad para expresar o valorar de manera  inusual; hablamos de  sonreír y reír con otros, no de burlarse de otros. Pues el buen humor también se enseña y se aprende. Comience por recopilar anécdotas chistosas que los alumnos hayan vivido. A reís y a sonreír también se aprende. Reír es cosa seria.
  • ¿Cuántas recetas de cocina no inventó en este tiempo de distanciamiento social? ¿No se admiró de las veces que cambió planes? ¿no se admiró de lo bien que supo usted cambiar maneras de hacer su rutina de años? O sea: todos hemos incrementado nuestra capacidad de resiliencia en estos últimos años en Venezuela y buena parte de ella lo hemos puesto en  práctica en estas semanas. Pues conviene recordar que la resiliencia, el arte de reinventarnos frente a las adversidades, también se puede enseñar y aprender.
  • ¿Y cuánto aprendimos en el área de salud? No hablo sólo lo que aprendimos sobre origen y tratamiento de la pandemia, hablo de alimentación sana. ¿No se siente usted experta en alimentación saludable? Pues tiene ahí temas para trabajar con las madres y con los alumnos.
  • Aproveche que el mundo se volvió pequeño y busque un mapamundi y ubique todos los países que los chicos han escuchado durante la pandemia. Ubíquelos en el mapa, vea que aprendieron de esos países. Saque uno de sus juegos instructivos del área de geografía y estimule la memoria de los alumnos. Es algo que poco se hace ahora, pero es muy importante trabajar la memoria.
  • En el área de valores: subrayar como ha sido de valioso el valor de la solidaridad, la corresponsabilidad, el ejercicio de la ciudadanía… cumplir con normas de cuidado de nuestra persona y de los demás.  Ver la solidaridad como algo bueno, que nos humaniza, es vital para esta nueva humanidad que tiene que nacer.
  • No podemos olvidar temas que subyacen y que a veces los dejamos de lado: el cambio climático, el maltrato a la casa común. ¿saben ustedes que con la cuarentena en tantos países, hay ciudades que han mejorado su ambiente?  ¿Cuánto más podemos avanzar en tratar mejor al planeta? No debemos seguir postergando este tema, dejándolo sólo para el día del ambiente.
  • La cuarentena es posible que nos haya hecho caer en cuenta de la imperiosa necesidad de formarnos en las nuevas tecnologías de la educación. Una tecnología para acelerar el aprendizaje, para hacerlo más flexible. Tenemos mucho que aprender los educadores. Nuestro rol tiene que ser mas de inspirar, acompañar, orientar…

Nos encantaría soñar con un cambio sustancial en la actitud de los que toman decisiones: controlada la inflación, mejoría en los servicios, reaparición de la gasolina, salarios dignos para médicos y educadores.

Son muchos más, pero lo cierto es que no podemos volver a clase igual, con la misma actitud, con las mismas planificaciones. Y lo otro importante será nuestra actitud ante los estudiantes, expresarles nuestra alegría de verlos de nuevo, decirles que nos han hecho falta, que queremos pedirles perdón por los días de  malhumor, por las tareas sin sentido… Ya no tendrá prohibición de abrazar, así que deles un gran abrazo y deles las gracias por existir. Rece por los que no llegaron.

Escrito por Luisa Pernalete, Coordinadora de Educación para la Paz en Fe y Alegría

 

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