El proyecto más reciente de la Fundación Unidos en la Misión, llevada por los jesuitas en Venezuela, se presenta como una oportunidad de mejorar la alimentación de las familias vulnerables que se ven más afectadas a consecuencia de la crisis humanitaria y los efectos de las medidas para la contención del COVID-19 en Venezuela.
Con la finalidad de asegurar la cobertura de las necesidades básicas de alimentación e higiene a familias vulnerables, afectadas por la crisis humanitaria preexistente en el país y acentuada con las medidas adoptadas para contener la propagación del virus, siete (7) parroquias encomendadas a la Compañía de Jesús en Venezuela distribuidas en cuatro (4) estados del territorio nacional, se han organizado para mitigar el impacto de la coyuntura crítica en 700 familias identificadas con carencias extremas en el consumo de alimentos y pérdida significativa de medios de vida.
Esta maravillosa iniciativa surge en un contexto marcado por la pandemia de COVID-19 que mantiene en emergencia sanitaria a la humanidad, uno de los desafíos mas grandes de los últimos tiempos cuyas pérdidas humanas reales son incuantificables. Aunado a ello, la amenaza tangible de una profunda contracción económica que afecta desde ya el bienestar de gran parte de la población, dejando secuelas irreparables en el corto plazo.
En Venezuela, las medidas implementadas para contener la propagación del virus llegan a un país ya desgastado, que atraviesa la crisis humanitaria compleja más dura que le ha tocado vivir en años: cinco años consecutivos de contracción económica, drástica reducción de la producción petrolera, déficit fiscal, hiperinflación, desempleo, escasez de alimentos y una violenta pauperización de la sociedad reflejada en la disminución de su calidad de vida, poder adquisitivo y la escalada de la pobreza extrema que mantiene al grueso de la población venezolana marginada y condenada al hambre, la miseria y el abandono.
La inseguridad alimentaria en Venezuela ha sido reafirmada por estudios de organismos internacionales que señalan un aumento alarmante de la desnutrición en el país con más de 6,8 millones de personas afectadas para el año 2019.
En este escenario las medidas de contención del COVID-19, implementadas por las autoridades oficiales, vinieron a profundizar las precarias condiciones de subsistencia de los venezolanos, especialmente, los grupos más vulnerables. Una realidad que se hace tangible en las zonas rurales, poblados fronterizos, áreas urbanas y suburbanas, así como contextos universitarios, donde las parroquias jesuitas están ubicadas y, además, es posible palpar de cerca la dolorosa situación y las dramáticas consecuencias que derivan de la combinación fatal de una crisis humanitaria compleja agravada por los efectos de la emergencia sanitaria.
El confinamiento, la escasez de combustible y el distanciamiento social constituyen un conglomerado de factores que han elevado la desaceleración de la economía venezolana, propiciando la pérdida masiva de empleos y la paralización de las pocas empresas que sostenían los ingresos de miles de familias.
La imposibilidad de obtener ingresos sigue elevando el número de personas vulnerables que no pueden hacer frente a los gastos de alimentación de sus familias, lo cual nos interpela como parroquias jesuitas a hacer algo más por compartir un gesto de solidaridad que, en medio de este contexto arrollador, pueda garantizar la subsistencia de las familias más vulnerables en nuestras comunidades.
Con la implementación de modalidades alternativas orientadas a atender las necesidades de alimentación e higiene de las familias identificadas en nuestras comunidades parroquiales, hemos diseñado una estrategia de acción solidaria que nos permitirá cubrir un porcentaje del valor de la canasta alimentaria en Venezuela, haciendo entrega de una bolsa de comida, un cupón canjeable por productos alimenticios en proveedores locales o una transferencia monetaria, según sea la necesidad del caso.
De esta manera, cientos de familias desprotegidas, mujeres que fungen como cabeza de hogar, niños en situación de desnutrición, ancianos y comunidades que pertenecen a grupos más vulnerables de la población, podrán ser beneficiados con “Pan para todos”, un gesto de solidaridad promovido desde nuestras parroquias.
Por: Daniela Aguilera
Jefa de redacción de la Revista SIC